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En contra del terrorismo, más allá del concepto de culpabilidad de
las multinacionales, por el derribo del cartel neoliberalista.
Los Estados Unidos siguen acumulando
armas de destrucción masiva, y además las emplean. Descargaron uranio
empobrecido sobre Jugoslavia y Irak, NAPALM sobre Vietnam, y la atómica sobre
Hiroshima y Nagasaki.
De
reciente, se retiraron unilateralmente del tratado Abm de 1972 sobre el uso de
mísiles nucleares, y adoptaron una doctrina militar que permite el ataque
nuclear preventivo.
Tienen
en su haber grandes cantidades de armas bacteriológicas, y en julio de 2001 en
Londres y, sucesivamente, en noviembre en Ginebra, boicotearon todo intento
internacional de convenir un tratado para el control de las mismas.
¿Por qué arruinar la propia reputación,
si no se está dispuestos a usar estas armas, incluso simplemente para amenazar?
¿Desde lo alto de cuál púlpito pueden los Estados Unidos dictaminar quién tiene o no el derecho de poseer armas de destrucción masiva?
Nosotros le decimos no al terrorismo, y
por lo tanto no a la política de la actual administración USA. Actuamos
porque los gobiernos mundiales, reunidos en la ONU, no son capaces de tomar
iniciativas y aplicar sanciones a dicha política.
Nosotros no odiamos a los Estados
Unidos, porque odiar no lleva a nada. Lo que queremos es ayudarnos a nosotros
mismos y a América, reforzando su lado democrático.
Porque el primer leadership que
hay que desmontar es el del “estado canalla” americano. Porque el párrafo clave
de la agenda secreta USA es el petróleo, y éste se encuentra en el territorio
de otros países. Es en eso en lo que hay que pensar cuando se habla de lucha
contra el terrorismo, es por ello que los Estados Unidos y la CIA auspician y
provocan una explosión del terrorismo. De modo que, pase lo que pase en
relación con el terrorismo, no deberemos dejarnos arrastrar hacia ninguna
guerra, sino rebelarnos contra quienes intentan desencadenarla por todos los
medios.
Porque no aceptamos ver a Irak, cuna de
grandes civilizaciones, empobrecido y destruido, y a su gente pasando hambre
por el embargo USA, como ha venido ocurriendo desde hace doce años, y seguiría
pasando aún sin un futuro ataque. Porque los Estados Unidos, como siempre,
recurrirán al bombardeo deliberado de civiles, el mejor método para vencer sus
guerras, a juicio de ellos, para luego cobijarse bajo la excusa de los “efectos
colaterales”.
Porque los Estados
Unidos demuestran su fuerza militar (y ostentan su poder de amenazar a cualquiera
sin consecuencias) por el bien de su economía. Este interés compartido es lo
que reproduce el complejo militar-industrial.
Porque
Estados Unidos, los principales responsables de la destrucción ambiental,
productores del 50 % de las emisiones nocivas para la atmósfera de todo el
mundo, son el único país que no ha firmado el tratado de Kyoto.
Porque
Estados Unidos amenaza a los países pobres con el fin de boicotear los intentos
de tratado internacionales, como fue el caso del tratado de biodiversidad en
Johannesburgo.
Porque hoy
América del Norte no se ocupa de otra cosa que de su “interés nacional”,
incluso cuando envía “ayuda” desde sus aviones.
Porque los
Estados Unidos creen ser diferentes de los demás y con más derechos, y las
pretensiones de exclusión del tribunal internacional lo demuestran.
Porque se aprovechan del control que
ejercen sobre los medios de comunicación para impedir que se conozca la verdad
sobre lo ocurrido el 11/9.
Porque nuestro gobierno sigue
sostenendo las aventuras de Bush, y nosotros estamos cansados de apoyar el
dominio ajeno.
Por Echelon.
Porque sin la presión que ejerce EEUU
la democracia sería hoy distinta en todo el mundo, nos lo demuestran los
últimos cincuenta años en la historia de Italia o de América Latina.
Porque Estados Unidos son una gran
multinacional, su nombre y su bandera, una marca.
Por esto y más aún, nosotros,
ciudadanos del mundo, boicoteamos las multinacionales estadounidenses.
Forzaremos a las multinacionales,
núcleo del interés norteamericano, a rebelarse contra la política de su
leadership que todas, sin excepción, financiaron. Puesto que ésta no quiere oír
de otras razones.
Estas empresas no tienen culpas
específicas; nosotros no pretendemos castigar culpas, sino usar la única
estrategia capaz de afectar a los Estados Unidos e inducirlos a entender y
cambiar de rumbo.
Si nuestro
punto de referencia fuera la “culpa”, muchas de las multinacionales de otros
países resultarían ser responsables de aún más irregularidades que las citadas,
inclusive, muchas de sus culpas están inexorablemente relacionadas con las de
las multinacionales que hoy boicoteamos. Más aún, la política criminalmente agresiva del liderazgo
norteamericano probablemente no apunta sólo a sus propios intereses, puesto que
el sistema económico occidental se basa en una cadena de intereses. Pero es
precisamente para romper esta cadena que atacamos sólo uno de sus eslabones.
Hubo un muy interesante proyecto de
consumo crítico que circuló en Italia un tiempo atrás, según el cual, para
obligar a los productores de gasolina a reducir los precios finales, había que
dividir las marcas en dos grupos de manera arbitraria (siempre y cuando la
elección fuera la misma por parte de todos los consumidores) y luego abstenerse
del consumo de las marcas pertenecientes a uno de los dos grupos, alternando
entre uno y otro, hasta reinstaurar la competencia.
Éste es también el motivo por el cual
renunciamos a boicotear las multinacionales de otros países con participación
de capital norteamericano, y por el que sólo nos concentraremos en las
multinacionales estadounidenses, aún cuando el gobierno de otros países dará el
sí a Bush para participar en un ataque militar, como algunos han hecho ya.
Non hay nada que temer para las
personas che viven en el tercer mundo y que trabajan para esas empresas: estas
personas encontrarán trabajo en industrias más pequeñas que rápidamente se
desarrollarán con el restablecimiento del mercado, o en otras grandes empresas
que aumentarán su facturado y producción.
Si temen llevar a Norteamérica a la
guerra contribuyendo con su crisis, recuerden que este último año, a pesar de
su fuerte depresión económica, gastó más de 300 billones de dólares en armas,
récord absoluto en su historia. El punto es que Norteamérica debe llegar a un
cambio de paradigma, una doctrina económica en la cual la guerra no esté a la
base de la acumulación de riqueza,
como ocurre hoy en día.
Sabemos de sobra que la guerra es el
negocio más fructífero en absoluto, conocemos bien la euforia con la que reaccionan
las Bolsas en cuanto los portaaviones se dirigen al enésimo “país fuera de la
ley”.
Tendremos que ser cautos: intentarán
hacernos creer que el resultado no será determinante para ellos. Pero ninguna
industria – ni siquiera la Norteamericana - puede resistir disminuciones en las
ganancias de unos cuantos puntos de porcentaje, puesto que otras empresas se
apoderarán inmediatamente de ellos.
Nos dirán
de todas las formas posibles y a través de todos los medios que la
participación es mínima. Nosotros no nos daremos por aludidos.
Luego bajarán los precios, pero sólo
momentáneamente; si luego compraremos sus productos, volverán a instaurar los
viejos precios. Si persistiremos, por el contrario, se alterarán todos los
carteles que sólo la autoridad norteamericana puede mantener unidos, y los
precios bajarán de veras y, tal vez, vendrá el cambio político necesario.
No será estrictamente necesario
boicotear todas estas marcas o firmas –resultaría objetivamente difícil. De hecho,
es la imagen de la producción estadounidense el objetivo principal. En otros casos, y especialmente a falta
de alternativas válidas, será suficiente con disminuir el consumo en general.
Nuestro interés se opone al interés de ellos, recordémoslo.
Manos a la obra.
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